Archivo mensual: octubre 2008

Miguel y la libertad

Miguel atravesó este invierno del mismo modo que los últimos 5: cazando liebres. Es la temporada del frío el momento ideal para atraparlas. Desde hace unos años, Miguel va de un lado al otro de la frontera con sus trampas. Los estancieros no le ponen reparos a su trabajo y él gana el dinero suficiente para transcurrir un año sin sobresaltos vendiéndole la piel a los exportadores.
Aunque en la escuela nunca fue un alumno ejemplar Miguel tiene notables habilidades para cualquier tarea que a uno pueda ocurrírsele: ha cazado liebres, cierto, pero también pumas, cuando estos han atacado los rebaños de ovejas después de una parición. Es el único mecánico autorizado de su auto, un Land Rover de la década del 50, que alguien trajo de las Isla Malvinas y, finalmente y después de mucho rodar, quedó convertido en chatarra. Fierros perdidos que adquirió por unos 1000 dólares. El se encargó de rearmar el vehículo igual que a un juguete.
Buena parte de agosto lo dedica a pasear por ahí y mirar el cielo como si fuera el techo de su casa. Cuando le asaltan las ganas, agarra su mochila, su carpa iglú, un poco de comida, y sale despedido en la veterana 4×4. Bebe poco. No fuma. Su verdadero placer radica en acampar, charlar y visitar a los amigos. Como hacían los hombres y las mujeres de mi pueblo hace ya muchos años, se deja caer por casa (o el rancho) sólo para decir hola y matar el tiempo.
Más allá de la tradición, Miguel tiene estilo propio. Le gusta la buena ropa de montaña, los zapatos de trekking, y ama su sombrero vaquero que buscó con tesón hasta el encontrar uno que era perfecto para él. Siempre le digo que le falta el laso y el caballo. Pero es una obviedad aclarar que quien tiene un Land Rover modelo 50, no necesita cuatro patas. De igual modo, no le hace asco al galope. En la época en que se organizan las fiestas criollas de doma y folclore, se atreve a subirse a un caballo salvaje y trata, ya que no de domarlo, de mantenerse arriba por al menos un minuto sin perder la dignidad. Hace un tiempo una revista de turismo quiso ponerlo en su tapa. Les respondió con una sonrisa incrédula y un no gracias.
Septiembre marca el inicio de la Temporada Alta en la Patagonia Austral, entonces es cuando empieza el verdadero ajetreo. Miguel es el guía de una empresa internacional de tours y el encargado de llevar a buen puerto a distintos grupos de extranjeros que se adentran en las montañas y los glaciares. A veces sus viajes son un auténtico paseo. A veces una odisea. De cada cosa hay en la vida de un guía. Su condición física y experiencia se han transformado en un comentario general entre quienes se dedican al rubro en espacios tan salvajes y maravillosos como el Parque Nacional Torres del Paine o la zona de glaciar Perito Moreno.
Cada vez que nos encontramos disfruto de sus conversaciones. Son dosis concentradas de filosofía natural que transmiten orgullo y seguridad. Miguel ha nacido donde quería nacer. Estoy persuadido de que si alguna vez tuvo la oportunidad de elegir una geografía, acaso en un plano que desconocemos, en una sobrevida que se nos escapa a la percepción ordinaria, pues, Miguel hizo su opción. Puso un dedo en el mapa y el dedo lo ubicó en el extremo. Toda su persona respira armonía.
A pesar de que su tarea cotidiana es ardua, Miguel tiene planes. Quiere conocer el mundo, mirar otros paisajes, descubrir la emoción cotidiana, no afectada, en los rostros de personas que nacieron a miles kilómetros de su mundo. A sus 23 años, no sólo carga mochilas y carpas, también lleva consigo la idea de volverse rico. Nadie puede culparlo de pecar de ambición desmedida a su edad. El fue quien me enseñó que la libertad no se hereda si no que se obtiene después de un arduo trabajo. Y que si no has empezado, empieza ya. Fue la persona que me hizo entender que esa bella y controversial palabra tiene un precio. Supongo que Miguel aprendió la lección producto de una paradoja que se desarrolla en su trabajo como guía: al pie de las montañas, avanza observando los picos nevados, pero cuando vuelve la cabeza hacia atrás ve un montón de profesionales americanos o europeos que han pagado con tarjeta su derecho a conocer tierras vírgenes en la Patagonia. Su ticket a la aventura. En ese trayecto, en cierta forma, Miguel acepta estar preso para después tejer su propio camino.
Hemos soñado juntos en muchas ocasiones. En cuestión de minutos elaboramos perfectos planes de negocios que un día nos permitirán fumar los más selectos habanos cubanos. Yo hablo de Shakespeare. El de refundar el mundo en el sur. Soñar es el ejercicio de la poesía, y la poesía, libertad.

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Cartas inéditas

Un hombre como Norman Mailer debe haber dejado una tonelada de papeles dando vuelta en su mesa de trabajo. Ahora comienzan a salir a la luz sus cartas inéditas. El País ha publicado un extenso artículo al respecto donde se cuenta cómo Mailer comenzó su libro dedicado a la CIA, «El fantasma de Harlot» o de como Harvard, la CIA y las clases altas e intelectuales se dieron un abrazo eterno.

El artículo completo en El País

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Una entrevista con José Luis Sampedro

Hace unos cuantos años le hice esta entrevista al escritor y catedrático de la lengua. La recuperé para este blog y agregué cosas que en ese momento habían quedado en la libreta. Entonces me sorprendió que con sus 77 años tuvieran movimientos tan ágiles. Bajó casi corriendo la escalera que unía su cuarto del pequeño hall del Hotel Francia donde lo esperaba sentado.

En la redacción de “Página/12”era el único tipo que había leído más de dos novelas de José Luis Sampedro y, para que negarlo, por eso me mandaron. Todo tuyo, dijeron. Me pareció bien. Al principio estaba más fascinado por la idea de encontrarme con un miembro del Real Academia de la Lengua que con el escritor pero eso se fue diluyendo a medida que la charla se hizo más interesante. De pronto me di cuenta de que el tipo, viejo sabio, me estaba enseñando un par de cosas. No las olvidé. No sé como se imaginan a un miembro del equipo que decide y hace vigilia por las palabras que 500 millones de personas usan diariamente, y tal vez sean más, pero mi idea previa de Sampedro era la de un tipo grueso, de barba blanca y aspecto huraño. Alto, humm, si podía ser. Sampedro era alto y tenía barba blanca pero no fue huraño en lo absoluto conmigo. Además rebalsaba de flacura. Me trató bien, con una insospechada modestia para alguien de su porte, literario y académico. Leí sus libros, le dije a poco de estrecharnos la mano y que él pidiera un agua mineral y yo un café cargado. El lo natural y yo el apuro por vivir. Allí estábamos hace unos 5 ó 6 años. Aun estamos. Sé que sigue escribiendo aunque hace mucho que no leo nada suyo. Tampoco es fácil encararle a las novelas del hombre, son largas como vidas y pobladas de información. Ni que hubiera estado en los tiempos que narra. Tarda en escribirlas. Para Sampedro, escritor, pensador, catedrático de estructura económica, senador por designación real, 20, que digo, 30 años no son nada.

-Bueno, me alegro que hallan mandado a alguien que leyó mis novelas, es raro.

-No sé que decirle, supongo que a veces pasa.

-Es bastante común.

-Además, usted es un escritor de largo aliento, hay que hacerse de un tiempo. También leí por ahí que demora mucho en escribir sus novelas: 10, 20 y hasta 50 años en un caso. Increíble.

-Las cosas que valen requieren tiempo.

-Ni que decirlo, artesanal, lento y perfecto. Al menos en su caso.

-Tengo un proceso de documentación y de corrección largo. Es cierto, en un caso pasé 50 años de mi vida escribiendo una novela.

-Nicanor Parra decía que no publicaba para seguir corrigiendo o algo así. Pero además de su actividad literaria es catedrático y tiene una marcada relación con lo económico.

-Si, me interesan muchas cosas.

-No es tan común escuchar a un escritor planteando el problema del capitalismo como usted lo hace. A propósito. Leí un reportaje que le hicieron en la revista “Ajoblanco” en donde habla sobre el tema.

-El capitalismo está agotado. Primero porque cualquier sistema histórico es un sistema transitorio aunque en la historia la transición dura siglos. Un sistema social surge para resolver problemas que el sistema entonces vigente no resuelve y este sistema actual no tiene ideas válidas para los problemas de hoy, sus ideas son antiguas.

-¿Qué tan antiguas?

-Al final de la Edad Media las tierras no eran movibles porque la técnica estaba frenada por el dogma; pero el dinero tampoco se movió, hasta el fin de la Edad Media porque, según la iglesia, era pecado prestar con interés. Ante esa inmovilización de recursos surge el capitalismo, rompe esas trabas y nos da una serie de beneficios. Agradezco lo que nos ha hecho progresar este sistema pero como cualquier otro crea problemas: la ecología, por ejemplo, ya es un problema para el gran público y hace treinta años no lo era.

-Precisamente uno de los grandes temas y deudas del capitalismo.

-Este sistema de vida no respeta el medio ambiente, esto jamás lo resolverá el capitalismo y hace años que también se está hablando de la ayuda al Tercer Mundo y del paro. El sistema está agotado.

-¿Entonces?

-Hay que reinventar la democracia. Si una gran multinacional que mueve más dinero que el presupuesto nacional de muchos países del mundo tuviera que resolver sus problemas reuniendo 500 personas a discutir en un parlamento…se hundiría. Los parlamentos son, básicamente, del siglo XIX. Las ideas del neoliberalismo son del XVIII. ¿Cómo se puede pensar que si la sociedad ha cambiado tanto (porque el hombre ha cambiado poco pero la sociedad ha cambiado mucho) se puede controlar la técnica y encauzarla con ideas del siglo XVIII e instituciones del XIX?

-¿Qué me dice de la juventud?

-No creo que haya que generalizar acerca de la juventud. Hay quien dice que los jóvenes lo único que hacen es pensar en la botella de cerveza y la moto. Pero primero: ¿Qué otra cosa les enseñamos?, ¿qué otra idea les ofrece el sistema? No hay otra enseñanza que prosperar y ganar dinero. Pero de todas maneras no se puede generalizar.

-Usted muestra mucho desprejuicio y apertura en sus obras. Le menciono una así me cree que lo leí, “La Vieja Sirena”, allí usted describe, por boca de sus personajes, las múltiples formas del amor y la pasión más allá de las condiciones políticas o económicas gobernantes, el sexo, la necesidad, etc.

-Yo a través de mis charlas he conocido a muchos chicos. Sí creo que se los educa mal, que no se educa para disfrutar de la vida. Ha habido otras culturas que han querido iluminar al ser humano, hacerle ver cosas más elevadas, mientras ésta lo que quiere es deslumbrar y lo que consigue es excitar. Pero no enriquece por dentro, no. Una de las cosas que no tiene esta cultura es el sentido del límite.


Página personal de José Luis Sampedro

 

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Perfectos

Lucas d. Ä Cranch

Como al principio, aun son Adán y Eva. Han pasado los años, es cierto, y están bastante lejos de compartir de buena gana el Paraíso perfecto que Dios, un tipo al que nunca vieron pero sospechan que existe, les dejó en herencia. En cualquier caso, el Edén, su Edén, se transformó.
Unos personajes oscuros alimentaron el rumor de que Eva agarró una manzana tentada por una serpiente bajo promesa de sabiduría, y que él, bueno, a su vez se dejó tentar por la mirada sensual de su pareja. Después fueron expulsados y se hayaron desnudos.
Mentiras. Patrañas. Supercherías. Adán y Eva siempre fueron el uno para el otro en este mismo lugar. Solitos con su alma haciéndose el aguante entre la vegetación y el desierto. Rompiéndose el lomo para que las cosas funcionaran. Además, les encantaba sacarse la ropa a tirones.
Aunque nunca llegaron a funcionar del todo bien y sus sueños nacían para ser pospuestos, en aquellos tiempos pretéritos, no importaba nada porque el amor lo podía todo.
A veces Adán tocaba la trompeta imitando a Chet Baker y se volvía eterno. Esa era toda la eternidad que necesitaban. Sobre la arena de una playa de arenas doradas, Eva escribió un verso de Fernando Noy: “Tanto te esperé supongamos que existas y usas tu nombre como el mío. Tanto me aguardarás supongamos que he muerto y mi nombre en el tuyo vuelve a resucitarme”.
Lo que realmente sucedió entre ambos es que la pasión, como sus cuerpos, envejeció. Se volvieron rústicos. Perdieron una lozanía que no supieron o no quisieron disfrazar de elegancia. Y si bien la situación al menos en lo formal no ha cambiado mucho (siguen en la lucha, el paraíso es la esquina de su casa y nadie les regala nada), si lo hizo lo suficiente como para modificar la relación que una vez floreció entre ambos.
Podría alegar en estas líneas que también tuvieron hijos y que la crianza no es un esfuerzo menor pero el acto de la paternidad no hizo sino fortalecerlos y ayudarlos a convertirse en mejores personas ¿Cuenta? Claro que si, pero en el fondo estamos hablado de temas distintos. No se ama a un hijo de la manera en que se ama a una mujer o a un hombre.
Recuerdo perfectamente el día en que se conocieron. Aunque, jóvenes e inocentes, tenían el alma preparada para dar. Dar porque si. Porque formaba parte de las reglas que hacían armónico el universo. Con música de U2 como banda de sonido no tardaron en entender que estaban predestinados: “Estuviste ahí. Yo también. Conociste a tal. Yo me hice amigo de cual. ¿En serio me estás diciendo?. El mundo es un pañuelo”, exclamaron a coro. Si, a veces lo es cuando queremos.Descubrieron que encajaban con precisión matemática el uno en el otro. Que eran dos estrellas fugaces, atravesando el espacio infinito, a punto de colisionar.
Con el transcurso de los años, la ambición y la cacería, el deseo de gloria y la rutina, fueron volviéndose un trabajo. Una obligación. Una materia a rendir para la que ya no deseaban prepararse. Cada tanto, por la noche, cuando el fuego hacía de anfitrión, se miraban a los ojos en silencio. Esos puntos suspensivos se volvieron una prueba de que vivían errados.
Si tuviera que especular diría que Adán y Eva aun se aman, es sólo que están cansados. Y  tristes. No más que eso. Ocurre que nunca pensaron que su alegría iba a tomar el cuerpo de una odiosa nostalgia. No imaginaron que un día serían capaces de planificar un futuro en el cual el otro estuviera ausente. Así son las cosas entre Adán y Evan. O de tantos Adanes y tantas Evas que pueblan este paraíso azul.
En horas recientes, Eva, ha empezado un libro que viene a cuento, se llama “Monogamia”, de Adam Phillips. Subrayó un párrafo:
«En la vida privada la palabra nosotros es una pretensión, una exageración de la palabra yo, nosotros es el yo deseado, el yo como pandilla, como alguien más también, si la vida en pareja puede desanimar tanto es porque el otro nunca se nos une de verdad o mejor dicho quiere exactamente lo mismo pero desde un punto de vista totalmente distinto.»
Por su parte, Adán, compró en internet uno de José Saramago, «De este mundo y del otro», donde justo ahora lee con el gesto fruncido, como aseverando: «Nadie sabe nada de sí antes de la acción en la que tendrá que empeñarse todo él. No conocemos la fuerza del mar hasta que el mar no se mueve. No conocemos el amor antes del amor.»
¿Quién sabe como sigue esta historia?

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Un joven macilento

Manuel Vicent y un perfil de Marcel Proust

El niño mimado monta un drama porque su madre, que atendía a unos invitados, no ha subido a darle el beso de buenas noches. El adolescente enfermizo, lleno de melindres, incómodo con su corbata tan ancha como la cofia de su nodriza alsaciana juega por las tardes en los jardines de los Campos Elíseos con niñas de la burguesía dorada, se enamora perdidamente de una de ellas, Marie de Bérnardaky, hija de un aristócrata ruso, pero su belleza lo deja paralizado. El estudiante del Liceo Condorcet, afectado y ceremonioso, se retuerce en una neurosis compulsiva porque algunos condiscípulos, de los que también se ha enamorado, no le devuelven el afecto que él está dispuesto a darles. Entre todos el más guapo e indiferente es Daniel Halévy, quien soportará innumerables cartas doloridas de amor y despecho. Otros compañeros forman parte de esta galería de deseos contrariados, Jacques Bizet, Reynaldo Hahn, Lucien Daudet, Charles Hass, a los que trata de introducir con zalamerías en el mundo de los placeres ambiguos donde la belleza se libra de toda carga moral. El desprecio a sus requerimientos, sin dejar de admirar su ingenio por conseguirlos, será la ofrenda que reciba de sus amigos, si bien alguno será conducido de la mano a la oscuridad del jardín de las Tullerías y luego a realizar el doctorado en los prostíbulos masculinos de la plaza de Clichy.

El artículo completo en El País

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Los libros del 2009

Dos periodistas enviados por El País a la Feria del Libro de Francfort, adelantan los libros de los cuales se hablará en el 2009. Uno de los que más interesantes, me parece, es la trilogía escrita por el director de cine Guillermo del Toro, cuyo primer tomo es «El virus», y ha sido vendida a unos 20 países.

El artículo completo

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El lado de la suerte

La buena suerte
consiste en caer
del lado izquierdo
del Azar
La buena suerte
consiste en caer
más allá de mi cabeza
La buena suerte
consiste en estrellarse
contra los árboles
Todo el mundo se queja

27/7/81
San Fernando Valley

Sam Shepard, escritor, actor, autor de «Crónicas de motel», entre otros.

Más textos de Crónicas de Motel

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Todavía no soy un santo

…Y entonces fue cuando volví a creer en Dios, y comprendí que Sook tenía razón: que todo era designio del Señor, la luna llena y la luna nueva, la lluvia que caía, que sólo bastaba pedir a Dios que me ayudara, y El me ayudaría.
TC: Y ¿Te ha ayudado?
TC: Sí. Más y más. Pero todavía no soy un santo. Soy un alcóholico. Un drogadicto. Un homosexual. Soy un genio. Por supuesto, podría ser estas cuatro cosas tan dudosas, y seguir siendo un santo. Pero no soy un santo todavía, no señor.
TC: Bueno, Roma no se hizo en un día. Terminemos de una vez y tratemos de cerrar los ojos
.

Fragmento de una entrevista hecha por Truman Capote a sí mismo. «Música para camaleones».

La fotografía la encontré acá

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El amor antes del amor

«Nadie sabe nada de sí antes de la acción en la que tendrá que empeñarse todo él. No conocemos la fuerza del mar hasta que el mar no se mueve. No conocemos el amor antes del amor

«De este mundo y del otro», de José Saramago.

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Lector

«Soy un lector todo el tiempo. No soy un escritor, no soy Javier Marías. Soy un lector que escribe libros. Si yo fuera sólo escritor estaría muerto. Sería un teórico. Estaría seco. Por eso no tengo dos novelas iguales. Ganaría una pasta horrorosa y sería más cómodo, pero igual que me apetece como lector leer cosas diferentes, me apetece escribir cosas como Agatha Christie y cosas como Joseph Conrad. Estoy vivo como escritor porque soy lector».

Arturo Pérez Reverte en El País

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